viernes

Te voy a mentir un cuento

 

Fingió que abría el libro en una página específica y comenzó a leer luego de aclarar la voz y mirarlo a los ojos expectantes:

El mundo es redondo y perfecto. No existe el miedo, pero a veces, uno lo siente para aprender a ser valiente. Que siempre alguien nos salva y las únicas tormentas que mojan son para darle de beber a la tierra. Y siempre después brotan las flores. Las espinas son un invento de los dedos aburridos. Y a veces las cosas se ponen oscuras solamente para ver otros colores. La vida es un milagro y el amor todo lo puede. Que los monstruos no se disfrazan de personas comunes y corrientes.

El invierno pasa porque uno tiene abrigo y abrazos, fuego y calor. Que no existe la gente mala, algunos simplemente se equivocan un poquito más, pero siempre se dan cuenta e intentan ser mejores.

Que no hay enfermedades, que uno con la mente si se lo propone pensando muy concentrado en lo que desea puede borrar el dolor y la tristeza. Que la tristeza, de hecho, sólo sirve para valorar la alegría.

Y que tu cielo siempre va a ser azul, tus ojos nunca se van a llenar de llanto, que siempre voy a estar aquí para ser tu faro y tu fuerza.

Que si quiero puedo hacer que tu camino no tenga piedras, que si me lo propongo todas tus horas van a ser primavera y que en todas tus noches vas a respirar paz.

Que en cada ser hay un hermano y que en cada hermano una mano que brinda amor. Que somos infinitos. Que no existe la cobardía ni el rencor. Que ser adulto no es para nada difícil y tomar decisiones es bastante divertido.

Que te quiero y me querés y con eso basta. Tenemos un escudo tan potente que no va a haber grietas, ni silencios que puedan con nosotros. Que tus alas soportarán cualquier viento y cualquier vuelo y  yo desde abajo te miro confiada. Que las mamás nunca fallan, ni tienen miedo. Que las mamás siempre saben todo y saben arreglar hasta lo que se rompió. Que una sopa calentita hecha en casa espanta cualquier mal. Que nunca nos faltará nada porque tenemos todo lo que se necesita. Que siempre vamos a estar juntos.

Se había dormido entonces cerró el libro, lo observó y le besó los párpados cerrados. Odiaba mentir, por supuesto, pero le acarició las manos pequeñas, los dedos inocentes: era tan pequeño, tan frágil.

Odiaba mentir, pero no, esta vez no importaba demasiado. Apagó la luz y se fue a su cama con toda la verdad de la vida apretada y hecha un nudo en el pecho.

lunes

Si te tuviera qué explicar por qué te escribo 

Necesitaría tus ojos y tus manos, para acercarte. 

No puedo, ni debo. Pero quiero. 

No me abandona la idea de que podría hacer calor en el invierno. 

Fuego en el agua. 

Paz en los años. 

Caricias en el rostro. 

No me esquiva la sensación de que podría hacerte sonreír cuando duele. 

Olvidar de los grises. 

Cantar al despertar. 

Abrazarte por dentro. 

Nunca me preguntes por qué, yo lo sé y con eso basta. 

No hay respuestas, pero te siento. 

Aunque no pueda, no deba. 

Pero te quiera.

miércoles

No te importa. Y te vas.
Corrés. Y te vas.
Te llamo por tu nombre y no te importa y te vas.
Cuando tenés que ser abrazo,
cuando tenés que ser abrigo,
cuando tenés que ser casa,
cuando tenés que ser carne,
cuando tenés que ser amigo,
cuanto tenés que estar, nunca estás.
Sos mi nunca jamás.
Sos mi caída al vacío.
Sos mi peor pesadilla.
Y te amo, te amo con la pena de quien ama por amar.
Cuando tenés que estar, te vas.
Cuando tenés que irte, me abrazás.
Preso del reloj, preso del miedo, preso de vos,
te odio cuando no estás o te amo sin voz que es peor.
No me digas que me querés, porque no te creo.
Porque cuando tenés que estar, te vas.
Tengo que volver a empezar una vida que no quiere
terminar sin vos.
Tengo que olvidarme que existís, que sos, que decís, tengo que
borrarte como a un error, como a un secreto, como a un sueño
en las noches largas, infinitas, insatisfechas, en las que mis brazos
no te alcanzan, no te rodean, no te invitan al amor.
Por vos, un día no voy a creer en el amor. Ni en la magia, ni en mi risa.
Por vos, todo es silencio, todo es humedad, todo es deseo.
Por vos me muerdo los labios, me trago el adiós.
Por vos me estoy haciendo pequeña y frágil, triste, más mar que fuego.
Porque por el amor se respira, se vibra, se miente, SE LUCHA.
Pero vos no sabés de amor.
Te maldigo por no saber a qué saben mis lágrimas.
Y por provocarlas.
Te amo por saber cómo inventarme una risa.
Y por provocarla.
Sos de verdad cuando yo quiero. Sos de mentira cuando cierro los ojos
y esta cama, esta noche, este incendio, no te tienen.
Soy tuya, vos lo sabés. Pero qué miedo te da la valentía.
Pero qué irresponsable hacerme que te quiera hasta cuando no quiero, ni por puta, quererte.


martes

El agua es nuestra

Lo poco que tenemos
y lo mucho que inventamos.
Lo invisible y su esencia
cuerpos que acaban con toda oscuridad.
Serás vos, seré yo. Seremos.
Febrero sabe de espejos rotos, de mala fortuna
en la esquina de mi barrio de ayeres, tu mirada
de héroe ajeno, propio, imaginado, deshecho.
Sos de estrellas y tiempo,
soy de lunas y espacio.
Despacio,
la eternidad espera
en tus piernas, en mi vientre
sobre mi pecho tu mano duerme.
No sabemos el futuro, pero no habrá paraísos
no tenemos morada, ni un techo bajo el cielo
pero el agua es nuestra
y algún que otro gemido.
Te vas entre las sombras
y yo te prefiero silencio.
Fantasma y locura,
saliva y viento, ya pasa de mí.
Se me esfuma tu olor de las manos,
maldita mierda tu invento
de querernos como ya no se debe.
por pudor y principios,
por temor a la hoguera.
Te bendigo y maldigo en  mis noches, tu urgencia,
odiado y amado. Constructor de sueños.
Se van con vos mis papeles de esta obra intensa, pero de bajo presupuesto,
el de dama,
el de puta,
el de mascota sumisa,
el de inolvidable,
el de ilusa,
el de trémula,
el de poeta.
Mañana escribiré todos de nuevo,
con tu letra. Un rato, con tu letra.
Mientras el ruido de las cosas que pasan me aturde,
me voy despegando de esta piel
tuya, mía, sucia, colmada,
de lo que sabés dar y lo que no,
de lo que dejas y eso que te llevas:
mi aire, el sueño, las ganas,
no guardo nada, no tengo ensayado ni un sentido adiós, ni una solemne despedida,
ni una excusa, ni la más dulce y ridícula declaración de amor.
Finjo muy bien que no tengo, ni quiero amor.
Para que sólo me quede esta lágrima que baja,
corre, se ríe y se hamaca,
en la comisura de mi boca, que ojalá mañana, no sepa decir tu nombre.

Aprender


Ni sombras, ni ocasos.
Se bajan las armas, se congela el frío.
Ni dioses, ni mitos.
Se apura la prisa, se mece el destino.
Ni orgullo, ni ausencia
se fecundan soles, se inventan colores.
No alcanza, ni sobra.
Se rinden las puertas, se entierran rencores.
Ni abismos, ni espantos.
Se acarician sueños, se desviste olvidos.


Seamos nuestra propio hogar, mi sangre tiene color aurora en tus ojos claros.
Si tan sólo pudiera hacerte entender que mi calma en tus manos,
 no se trata de azares ni de tiempo.
Pero, sobre todo, que aprendas a maravillarte-como yo aprendí- de
que el instante perfecto sí existe para nosotros.

Y es cuando el mundo se detiene brevemente en nuestra  mínima casualidad,
 ésa que ocurre cuando tu "te quiero" se cruza en el aire con el mío.

sábado

Condena



 ...So you think you can stone me and spit in my eye
So you think you can love me and leave me to die
Oh baby - can't do this to me baby...
(Queen- Bohemian Rhapsody)



Se sabe. Dos demonios no pueden estar juntos.
Más allá de una cuestión de equilibrio o de practicidad se trata de un asunto de vida o muerte.
El demonio está diseñado para infligir todo el daño que le sea posible. Y aunque difícilmente puede herir a otro demonio puede aniquilarlo en cuestión de segundos.
Es costoso para el infierno (esa escuela de demonios) generar seres endemoniados hechos y derechos entonces cada pérdida es casi irreemplazable. Porque un demonio requiere de muchísimo estudio sobre las cuestiones sociales y corrupciones de todo tipo. Además tiene que tener el lomo repleto de cicatrices de miles de desilusiones mal curadas, un sinnúmero de decisiones mal tomadas y caminos sin rumbo. Y, poco a poco, ir perdiendo algunas capas de la piel:  la piedad, la empatía y hasta la sonrisa.  Todo demonio es un reservorio inagotable de crueldad sin límite, de gusto por reverenciar lo sórdido, de placer de romper, de enviciar y ensuciar lo bello. De tragar sin escupir toda la mierda y la inmundicia ajena.
Por eso los demonios tienen prohibido acercarse demasiado entre ellos. Deben guardar una distancia prudencial, no intercambiar fluidos y obviamente tienen terminantemente vedado el mínimo intento de sentir. Porque aunque el amor sea un invento infernal (por esa obsesiva pasión que sienten los demonios de ver padecer a los otros), en el decálogo del “buen demonio” (esa contradicción) el amor es la peor estigma. Caer en él no sólo sería convertirte en un demonio patético, el hazmerreir del averno, sino que es una afrenta que se paga con dolor. Otro dolor.
Como cualquier mortal sabe un demonio no es más que un ángel caído. O en lenguaje corriente: un ángel que hizo todo mal y se lo expulsa donde hacer todo mal es la principal premisa: abajo.
Dos demonios no pueden estar juntos.
El mal los necesita en sus torcidas filas.
La historia los precisa para justificar las torpezas de la humanidad.
Dos demonios no se pertenecen porque no pueden ser ni de ellos mismos.
Aprendices de traidores, mala hierba, engendros de un caos delicado, adoradores del fuego, manzanas podridas, almas en pena. Mucha, mucha pena, poca, poquísima gloria.
Y aunque les duela el dolor, les hierva la sangre, los empuje la soledad y les queme la noche, dos demonios no sirven para estar juntos.
Aunque el bien y el mal sean un invento ridículo de quien necesita ordenar categóricamente las cosas. Aunque nos duela ser como somos.
¿Qué gracia tendría tocarte si no puedo hacerte sangrar?
¿Qué maravilla podrías sentir si yo ya no siento nada?
¿De qué altura podríamos caer si ya estamos en el fondo?
¿Qué terror te podría hacer vivir si ya esperás con los ojos cerrados?
Advertirte sea quizás el mejor gesto de amor que puedo regalarte: no entres a este infierno, vos y yo no podemos estar juntos.

“Girl, you´ll be a woman soon"




Todo parecía más fácil en aquel entonces.
Los pequeños problemas se reducían a que te sacara a bailar un lento el chico que te gustaba, que la botellita apuntara directo a su boca y a la tuya, a crecer sin saber lo que venía adelante.
Gusto de vos. ¿Querés ser mi novia?
¿Me das tiempo para pensarlo? Te contesto mañana.
Y de repente eras la novia de alguien, un noviazgo raro, obviamente, porque las chicas “bien” estábamos en la calle poco tiempo, salíamos poco y esperábamos que él tomara la iniciativa. Una mirada furtiva, las manos juntas al salir del Cole, un beso robado, corto, inocentemente breve.
Un lento. No importaba cuál era. La mano de él en tu cintura. Su aliento. Eso te bastaba para volar tu cabeza en la almohada, a alturas insospechadas.
Zapatitos negros, medias tres cuartos, cuadernos atravesados de corazones con sus iniciales, no sabés lo que duele hacerte grande.
Peinado parado a fuerza de gel, pantaloncitos nevados, no tenés idea de lo veloz que es el tiempo, de que te vas a volver “mujer” y vas a soñar menos en esa almohada diseñada para dormir exhausta después de un día pesado.
Pero un día cualquiera te vas a acordar de tus ojos brillantes, de tu sonrisa “a prueba de fracasos”, de tus ilusiones. Y en el cuerpo vas a volver a sentir que estás bailando un lento. Ese lento, con él.
Cerrá los ojos, ayer es hoy, vos sos la misma.

lunes

Manifiesto



Necesito saber quién soy yo sin vos.

Aunque crezca el incendio en la piel, porque me quema dejarte ir. Y me muerda la noche y su oscuridad.
Procuro en silencio verte dormir y recordar cuando tus manos eran más pequeñas que las mías y éramos uno.
La pared tiene cicatrices: rayitas desprolijas que iban midiendo la distancia de tus pies al hombre que pronto serás.
Este advenimiento del fin, esta promesa sin certezas. Sin tu voz al abrir la puerta, sin tu alegría.
Tu primer diente de leche guardado en una cajita llena de recuerdos.
Dejame tus miedos, vos caminá adelante, e intentá comer el mundo de a poquito.
Verte crecer fue un privilegio. El mejor paisaje de mi vida.
No puedo dejarte caer, soy tu red y la mano que no te suelta. El salto mortal es mío.
Nos volveremos a ver cuando invente otro cielo.
No estoy llorando. Estoy sembrando nomeolvides. Para cuando vuelvas.
El olor a lluvia es tuyo, yo me quedo con la tormenta, no mirés para atrás.

jueves

Veneno



Cómo hemos cambiado. Ahora no sabemos cómo hacernos reír. Ni cómo hacernos doler.



 Se sabían de memoria. No como esas cosas que se aprenden mal y por compromiso. Se sabían del derecho y al revés, por dentro y por fuera.
Si la vida se ponía complicada siempre se pone complicada sabían que al volver  a casa y cerrando las puertas los esperaba una barricada, una suerte de talismán para romper el sortilegio de la realidad y sus sinsabores. Eran el uno para el otro, o mejor dicho eran el uno con el otro. Un dúo afinado, un escudo ineludible, un par desordenado.
Cada amanecer los encontraba igual, hechos uno respirando paz.
Nunca se supo como un día después de tantos años se rompió el abrazo, el talismán. La barricada ya no supo defenderlos de todo. Fueron ellos desde adentro, los que sin querer que es como pasan las cosas maravillosas, pero también las desgracias los que se declararon la guerra.

Cuentan que duró mil noches.
Cuentan que fue muy fría.
Cuentan que ya nunca fueron los mismos.
Y que las sonrisas empezaban a llorar.

Se volvieron a encontrar por casualidad que es también como pasan las cosas maravillosas y alguna que otra desgracia, pero no se reconocieron al tocarse, y el talismán que alguna vez tuvieron para protegerse del mundo, seguía roto. Un simple adorno. Igual que los recuerdos dentro de esa máquina del tiempo que nos empeñamos en desempolvar cada vez que nos gana la nostalgia. 
Como no sabían qué hacer, decidieron decirse adiós.

Cuentan que dolió mil noches.
Cuentan que hizo mucho frío.
Cuentan que todos los días se buscaron entre las multitudes con la mirada, y en otras pieles encontraron descanso.
Y que la felicidad, a veces, es un veneno si se la toma toda junta.

sábado

Sea así.

Un día común, sin presagios oscuros.
Descarnando el misterio, escondido en tu voz.
Si me vas a encontrar, que sea siempre en tu risa.
La inquisición del tiempo, el umbral de luz.
Si te vas a quemar, que no sea en mis miedos.
Tu lejano infierno delicado de ayeres.
Si me vas a arder, que no sea en secreto.
Tu cielo, mi cielo, y todas sus tormentas.
Si me vas a mojar, no me dejes pensar.
No ahorremos para instantes soñados.
Si me vas a deber, que no sea placer.
Las palabras que no llegan a incendio.
Los silencios que no alcanzan a ser.
Si te vas a confesar, que sea en mi espalda.
La urdida parsimonia de las cosas que sin prisa nos pasan.
Si me vas a querer, que no sea al final.

lunes

Tregua

            “Hace unos cuantos días que la noto apagada, casi triste. Eso sí, le sienta la tristeza.
                                                                  La Tregua - Mario Benedetti

Todas nuestras treguas eran para ver cómo continuábamos la guerra.
La paz no nos pertenecía, no sabíamos nada de ella.
Y no nos amábamos menos ni peor que los otros, nos protegíamos del mundo, era nuestra mínima lealtad. Pero nosotros nos mordíamos el cuello hasta desangrarnos, llegábamos al punto justo donde nos quedaba un hilo de vida, y nos dejábamos ir.
Éramos únicos en nuestra especie. Nos unía la nada, los fragmentos que nos habían quedado después de tanta mala vida. Éramos un frente común, el desasosiego en la cama, la batalla de jamás terminar, el pan y el vino, la sangre y los huesos.
Nos separábamos por largos períodos y volvíamos enardecidos a gritarnos el amor que solamente nosotros entendíamos por eterno, por dañino, por bastardo de leyes.
La libertad era todas las noches sacarte la ropa con rabia para buscar si escondías algo nuevo que justificara quedarse. Siempre lo tenías.
La muerte, era saber que eras lo que más entendía de mí.
La felicidad era una utopía que se nos regalaba cuando nos olvidábamos del mundo solamente para reír.
Una vez lloramos juntos, por todos, por nada, por nosotros.
Una vez estuvimos cerca de ser uno, pero nos rebelamos.
Una vez nuestras bocas se acoplaron para emitir un sonido lastimero: Ya no puedo más. La verdad incómoda, el adiós sin premeditación ni palabras innecesarias.
Te fuiste y -acá entre nos-, no esperaba que miraras para atrás.
Y tuve que aprender de nuevo a respirar.
Y me gasté en una noche todas las lágrimas que eran para vos.
Todas nuestras treguas fueron para ver cómo continuábamos la guerra.
Te espero algunas noches que no encuentro la posición para negarte o me falta tu cuerpo cansado en el hueco tenebroso que dejaste en la cama.
No deseo que seas feliz, ni que estés vivo.
No deseo que estés triste, ni que bajo tierra se deshaga tu piel mía.
No deseo nada.
No hay guerra, ni paz, ni felicidad, ni vida, ni mi escondite secreto en tu pecho existe.
Héroe de nadie. Te espero todas las noches ahí, en el lugar exacto donde nunca más volverás.
No espero que pienses en mí, pero intuyo que lo hacés. En mi desgano y en mi interminable ironía, en las uñas en tu espalda, en los gritos cuando se nos desahuciaba el infinito, en la tristeza que sólo vos veías en mis ojos.
En la tristeza que sólo vos no viste en mis ojos, al faltarme.
Metamorfosis la tuya. Tenías que irte para empezar a ser inolvidable.

Como ninguno


                                                                                              A JFM
                                                                                  «We'll always have Paris»

Ahora que no estás, te sigo queriendo.
Desprovista de esperas. De horas de incendio,
que arden en las cansadas palabras que supieron ser tuyas.
Como yo.

Ahora que no vas a venir, te invento a mi manera,
te presiento distinto, en abrazos tibios
para cuando haya noches que no te traigan en sus pliegues, serenos y efímeros.
Como vos.

Ahora que sé bien que no hay nosotros, pienso más en mí.
Voy construyendo una pared desangelada y maciza,
donde se deshacen ayeres de promesas frágiles.
Como vos.

Ahora que nos volvimos recuerdo, te escribo menos,
Me desprendo, de a poco, de tus letras
en cualquier cuaderno lleno de polvo, condenado al olvido.
Como yo.

Ahora que no somos más
que la sombra del sol que nos dimos,
a veces, le hablo a tu ausencia de mí
de duelos y caídas,
de todos mis miedos.
De lo que necesito, pero no está.
Como lo que fuimos.
Como lo que fuiste:
como ninguno.


sábado

Desafinada

Ella te acompaña, yo le rezo a tu ausencia.
Ella puede entenderte, yo desgasto estrategias.
Ella tiene tu olor, yo presiento tu esencia.
Ella vibra con vos, yo me quedo temblando.
Ella duerme a tu lado, yo me abrazo a mis miedos.
Ella siente tus dedos, yo los vivo soñando.


Pero un día cualquiera (desconozco la casualidad o el motivo):

        Me dirás compañera.
          Y seré tus extremos y serán dos latidos.
              El color de tu sueño,
                  el después de tu basta,
                      el final del camino.


           Vos me vas a dormir canciones al oído.
               Y tendrás dos amores con el corazón cerca de tus manos.
                  Tu guitarra y yo.





Estás conmigo, estamos cantando a la sombra de nuestra parra, una canción que dice que uno sólo conserva lo que no amarra, y sin tenerte te tengo a vos... (Jorge Drexler)

viernes

Rompe

Que me niegues mil veces, que revuelvas tu mierda.
Que te vuelvas un héroe, que no tengas respuestas.
Que desates la espera, que te vuelvas certeza.
Que te vayas, que te quedes, que me duermas.
Que me llores de miedo, que no haya advertencias.
Que empecemos de cero, que descubras mis grietas.
Que no sigas mis pasos, que me pises las huellas.
Que me sueltes el pelo, que me digas princesa.
Que improvises huídas, que me pidas paciencia.
Que me lleves, que me traigas, que te vengas.
Que me toques, que me arañes, que me muerdas.
Que me mires arqueada, y que prendas la hoguera.
Que me comas la boca, que me odies despierta.
Que me arranques la vida, que me extrañes las piernas.
Que me abras la herida, que me trabes la lengua.
Que resucites y mueras, que me dejes entera.
Que me beses las manos, que te envuelva mi tierra.
Que vinimos del polvo, que no somos promesa.


lunes

Yo extraña.

Supongo que usted me espera donde no hay ninguna incertidumbre. Yo voy.

Supongo que usted sabe que yo voy porque estoy viviendo. Supongo que sabe también, cuánto me está costando vivir. Supongo que sabe que el camino hacia usted es cuesta arriba. Yo subo.

Supongo que me ha visto equivocarme. Yo fallo.

Supongo que usted intuye que escribiendo he encontrado una manera de enfrentar mis fantasmas.

Yo escribo.

Yo enfrento

Supongo que usted me ha escuchado llorar. Yo lloro. Supongo que usted me ha visto contener hasta que por fin fluyo entre la serenidad inmutable del estanque hasta la brutal fuerza de una rotura de dique. Yo rompo. Supongo que usted sabe que yo he aprendido a romper para conocer y también para desconocer.

Yo conozco.

Yo desconozco.

Supongo que usted sabe cuánto lo extraño. Yo lo extraño en esta tierra de nadie. Yo soy de nadie.

Supongo que usted sabe que en esta suerte de paraíso-infierno donde viven los recuerdos, mi mejor recuerdo es su abrazo, y de su ser de poesía y tristeza estoy hecha y nacida. Yo nazco todos los días de sus manos. Ya ausentes sus ojos nunca llevo flores a esa tumba. No suponga que es descuido u olvido.

Yo no me olvido. Pero la tumba es para los muertos y usted en mí me vive, papá.